Una despedida

La inclemencia de la lluvia
que persiste indiferente
sin escuchar mi voz
finge seguir su ruta solitaria
dejando abierta
una herida incurable
y muerta mi alma de poeta.

Luminosa deja la lluvia
la sangre de mis letras
luego de haberse llevado
su alma entre las gotas
abandonando al atardecer
las paginas pùrpuras
pintadas de melancolia.

Rota ya la magia
la lluvia se aleja por la esquina
deja una estela de años huerfanos
de sonrisas tristes
de retratos gastados
Se marchò la lluvia
y de la mano con ella
se fuè el ultimo latido
que quedaba.